domingo, 22 de abril de 2012

El Maestrico González, del polémico 225 a ser una pieza decisiva


La historia reciente del jugador venezolano: cómo pasó del olvido a ser clave en el renovado tramo ganador


César González es, para todo el mundo, el Maestrico. Para todo el mundo que respira fútbol, claro: nació en Venezuela hace 29 años y nunca fue, en realidad, una pieza más de la antigua Cenicienta sudamericana. Es un buen mediocampista. Habría que ser más precisos: es un muy buen jugador, al menos, para esta parte del mundo. Tuvo su epicentro de efímera gloria (en sentido figurado, porque la vuelta olímpica se corrió en Liniers) en el Huracán de Cappa, de galera y de bastón, durante la temporada 2008/2009. Había pasado antes por Colón. Y, tiempo después, por Gimnasia LP. Nunca repitió, en tierras criollas, ese ida y vuelta con juego valiente de aquellos fugaces tiempos de Parque Patricios. Debía salir, escapar de ese viejo y querible Palacio de una buena vez el Maestrico: de buenas tareas casi siempre en el seleccionado venezolano al ocaso doméstico. Cayó un día, sorpresivamente, en el gigante vencido. Estaba en River y nadie se daba cuenta: ni siquiera Matías Almeyda se había percatado. Hacía casi una temporada entera que estaba en el club de las glorias extraviadas y... nada. No estaba deprimido, ni resignado: casi no estaba, literalmente. Hasta cuentan que, antes de un súper de verano, le sugirieron que le iban a comprar el pase, para levantarle la moral que andaba por el piso y ni se inmutó. Una joya venezolana ausente. 
Tanta era su presencia lejana, que el 29 de febrero pasado actuó en el ensayo amistoso contra España (un doloroso 0-5) y lo movilizaron a hacer un viaje chino para que no regresara a tiempo, ya que hacía falta pedir el polémico artículo 225 por Jonatan Maidana, un sugestivo referente de la última línea en un choque contra Quilmes. La AFA, al fin, hizo una bien: fue rechazado el intento. Ni en esa pudo ayudar el Maestrico a River. El venezolano seguía descubriendo, a la distancia, los escenarios de la B Nacional. Muy pocos minutos durante 2011, nada de nada en este año. Hasta el sábado que pasó. Huracán (su viejo y querido Globo) era una muralla para River. Iban 7 minutos del segundo tiempo y Almeyda lo miró fijo a los ojos: el cambio era por el Tano Vella. El cambio, en realidad, fue radical: fue la figura en el esforzado triunfo por 2-0. 
En el partido más importante del año, contra Instituto, para los atrevidos, el Barcelona cordobés, Almeyda hizo uno de los tantos golpes de timón: afuera el pibe Ocampos, siempre titular, descubrimiento personal que se había desdibujado en los últimos partidos. El Maestrico viajó, entonces, a la izquierda: titular por primera vez. Y, la verdad, fue un bello espejismo de aquel, el del juego bonito de don Ángel Cappa. Jugó, corrió, luchó. Transpiró la camiseta. En la primera acción, envió el balón para un cabezazo letal de Trezeguet. Y fue parte de la jugada previa del gol, esa que derivó en un pase a Cavenaghi. Así, de pronto, saltó a la cancha. Así, de pronto, fue el mejor. Cuenta el venezolano: "Almeyda me devolvió la confianza y tengo que aprovecharla. En eso estoy". 
Tiene esas cosas el fútbol: un deporte en el que puede pasar cualquier cosa. Que entre un jugador adormecido, apartado, desconocido. Y que vuelva a ser, de repente, el jugador más iluminado. El Maestrico juega en River. Ya es tiempo de que el universo futbolero tome nota. 
Partidos tuvo como participación el venezolano en la campaña de River, aunque nunca fue titular, como anoche; jugó algunos minutos contra Huracán, Patronato, Central, Aldosivi, Merlo y Defensa y Justicia. 

LA VOZ DEL MAESTRICO 

"Quiero aprovechar al máximo cada oportunidad que me da Matías (Almeyda). Me siento bien y quiero retribuir la confianza. Aprovechamos el respaldo que nos dio la gente" 
"Estamos felices por lo que dimos. Justificamos la victoria, pero no hay que relajarse. Este triunfo, ante un gran equipo, nos da mucha confianza para enfrentar lo que viene" 
"Había que ganar sea como sea. Y lo hicimos a base de ímpetu, garra, actitud y buen juego. Todo salió perfecto y estamos muy felices por lo que vivimos en la cancha" 
"Merecimos los tres puntos, fue sufrido, pero también pudimos haber ganado por más goles. Me siento bien futbolísticamente. Ahora tengo que aprovechar este envión" 

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